martes, octubre 03, 2006

Liberación


Historia real de "Atrapada" o cómo liberé dos vidas. ..

Desde hace años tengo dos lagartos en la terraza, he visto como han ido creciendo (y mucho) hasta como se han reproducido (en los últimos tres años llevan un pleno al 3). Total que un buen amigo cuando los vió, me comunicó, como otorgado por un título de biología que yo desconocía hubiese adquirido, aunque me da que tenía más que ver con los scout, el ser una especie en peligro de extinción (¿????... aceptamos barco).

Un cristal ha separado nuestros mundos durante todo este tiempo. Permitiéndome observarles a contraluz (realmente han crecido) y a ellos disfrutar de platos prácticamente en mesa porque están el jardín.

Por mi parte he de reconocer que el trabajo para su mantenimiento ha sido nulo y además no recuerdo haber vuelto a ver ninguna de esas arañas que parecían haber mutado en ratas, por pelo y tamaño adquiridos, tras un escape radiactivo (ahora entenderán lo que han crecido mis lagartos, hasta llegar a adquirir el tamaño propio de cierto Dragón de Komodo).

Como en todas las culturas y en todas las civilizaciones, una de las crías decidió intentar averiguar qué hay más allá de aquel cristal divisiorio con tan mala suerte que apeció en mi cocina. Terrible pensar que uno tiene algo vivo en la cocina.

He estado tres días sin entrar. Cuando recapacité sobre lo absurdo de la situación decidí que no podía continuar con aquello. El espachurrarle siendo nada más que un bebé y más aún conociendo hasta a sus padres me daba un bajón terrible y más trabajo aún me cuesta el imaginarme espachurrar a algún ser vertebrado .. excepto a alguno que yo me sé.

Durante ese tiempo estuve pensando en alguna solución más aún cuando me lo encontré por el pasillo una noche al volver a casa y, aunque yo llegaba algo tocada y no tenía claro si es que me iba a pedir explicaciones por la hora de llegada o si había acampado a sus anchas y andaba con cerveza en mano y en mi sillón viendo la tele, decidí que debía de tomar medidas drásticas.

Cuando la mudanza a otro apartamento tuve que descartarla, ví como única opción capturarlo.

Me armé con unos guantes de cocina, un taper y un catálogo de compras (armas que podrían resultar femeninas donde las haya, según absurdas costumbres sociales). Lo cacé con el taper, le puse el catálgo como tapa y con los guantes me aseguré que no me tocase si escapaba, lo solté por la terraza junto a aquella sombra que veía al trasluz y cerré la ventana.

Y ahora se me ha ocurrido pensar que tal vez no fuese su madre o peor aún tal vez lo sea y si así fuese, si tendrán la misma costumbre que los cocodrilos de comerse a sus crías ¿le habré entregado directamente a una muerte segura?.

He liberado dos vidas, la suya y la mía que estaba empezando a estar condicionada. Ahora entiendo por qué los dioses nos echaron del Olimpo y por qué dejaron de preocuparse sobre dónde nos soltaban.

Fdo.: La Nueva Libertaria.

(Omití contarles el detalle de que también me enfundé dos originales zuecos para estar bien separada del suelo por si la operación fracasaba. Lo de originales no lo digo por el diseño -que también- si no porque son originalmente suecos).

4 comentarios:

Tanino dijo...

No me extrañaría que nosotros fuéramos también mascotas de alguien ¿dioses?. Por lo menos nos devoramos unos a otros sin contemplar vínculo familiar.
Saludos de Valparaíso, puerto principal.

Tanino

Cocó Chanel dijo...

Dioses y lagartos! que historia!
(y que preciso acentos urgentemente, que nuestro espanol luce tan bonito y exagerado con sus tildes, hechas para ocasiones como estas..)

Alfredito dijo...

A mí se me ha quedado lo de "algo vivo en la cocina". Me he acordado del frigorífico de mi amiga Lía: en los compartimentos de la verdura había seres mutantes que surgían de la materia en putrefacción de champiñones, calabacines y demás. Era un mundo en expansión.
Mi hijo era muy aficionado a los animalillos y por mi casa han desfilado, corrido, reptado toda clase de bichos: camaleones, serpientes, ranitas venenosas, pogonas... ¿El peor?: un horrible sapo argentino que vivía en el cieno y al que solo se le veían los ojos saltones. ¡Qué asco de animalejo!
Besitos de dragoncillo.

Unknown dijo...

*Estimado Tanino,

O somos mascotas o un triste ensayo de creación de vida que ha resultado ser algo así como “los ángeles de la muerte”...

Valparaíso... suena como si perteneciese usted a una especie privilegiada, ¿podrá hablar con alguno de esos dioses que han de habitar por allí para que nos readmitan?

*Querida Algo de Mí,

No sufra. Me hace recordar un tiempo en el que andaba yo cortando y pegando tan insignes elementos ortográficos por el fastidio que me suponía el que mi teclado careciese de ellos..

Si le parece comparto los míos con usted, sin problema alguno. ;)

*Querido Alf,

En alguna que otra ocasión hemos comentado esas aficiones por la fauna (casi siempre no autóctona) que tiene nuestro querido Arteko... algún defecto tenía que tener, ¿no te parece? ;). Míralo como un curso intensivo en National Geographic siendo tú el único reportero dicharachero.

Totalmente de acuerdo, no me gustaría tener unos ojos clavados en mí desde el fango.... ¿mejor desde una apacible marea?

Oleadas de besos de exploradora.

*Oleadas de besos a todos.