domingo, abril 30, 2006

Haiku



Haiku, en la cultura japonesa, es un poema enlazado en el que el inicio del encadenamiento, llamado hokku, introduce un instante plasmado por un paso fugaz, intenso, consistente en tres versos de 5, 7 y 5 sílabas, sin rima y conteniendo una clave o kigo que es una palabra que indica la estación del año a la que se refiere. Como por ejemplo éste del haijin kabayashi Issa:

Temblando

en las flores silvestres

se va la primavera

–Kobayashi Issa -

Se trata de enlazar pensamientos y percepciones creando un poema sencillo con una singular belleza.

Por casualidad, encontré esta sinopsis de "Hierro" cercana al haiku, por kim ki Duk, que, aunque no se ajusta a la descripción exacta que podríamos hacer sobre esta tradicional poesía japonesa, se acerca a la idea original y juega con ella entre vaporosos kimonos de seda.

«Salgo de mi casa.
Mientras estoy fuera, alguien entra en mi casa vacía y se instala en
ella.
Come la comida de mi frigorífico, duerme en mi cama, mira mi
televisor.
Quizá porque se siente culpable, arregla mi despertador roto, lava la
ropa, lo ordena todo y luego desaparece.
Como si nadie hubiera estado allí...

Un día entro en una casa vacía.
Parece que nunca haya estado nadie, así que me desnudo, me baño,
preparo la comida, lavo la ropa, arreglo una báscula de baño y juego
al golf en el jardín de la casa.
En la casa hay una mujer desanimada, asustada y herida, que no sale
nunca y que llora.
Le muestro mi soledad. Nos entendemos sin decir ni una palabra, nos
vamos sin decir ni una palabra.»


¿ Serán sus películas también cercanas a la poesía?

lunes, abril 24, 2006

El lagarto de la terraza


Todas las mañanas salía a regar sus plantas. Tenía su bonita terraza y le gustaba salir a deleitarse con sus plantas, veía cómo crecían, les hablaba y hasta acariciaba. Las plantas crecían y era feliz.

Un día observó tras la cristalera a trasluz, lo que le pareció un lagarto y con su afán cuidar, de radiar vida, de transmitir energía empezó a alimentarlo dejándole trozos de su propia comida en un platito cerca de la jardinera en la que observó que se acostumbraba a tumbarse.

Tal era la obsesión que empezó a ocasionar el lagarto que pasaba el día ansiando su visita, poder verle. Empezó a cocinar comidas especiales, e incluso a descuidar sus plantas que empezaron irremediablemente a marchitarse. Las hojas se amarilleaban y se secaban cayendo alrededor de las macetas. La terraza perdía encanto y parecía que estaba abandonada, pero ella ni se daba cuenta.

Hasta orientaba su vida al sol, a su sol, al sol del lagarto para que aquel lagarto pudiese salir a tomarlo.

Pasaron los años y el lagarto creció mientras seguía con su vida, por supuesto, sin rechazar los gratuitos cuidados que ella le daba. De hecho hasta apareció con su nueva compañera y la primavera siguiente hasta le dejó allí una cría para que la cuidara.

Ella ferviente y ciega seguía dándole todos los cuidados.

Una vez ya anciana, seguía saliendo a recibirle le preparaba la comida y él con paso solemne casi arrogante del que se sabe anhelado, llegaba, descansaba se alimentaba, como si del Sr. Del feudo se tratase y seguía su camino del que ella nunca supo nada.

Una mañana, ella estaba especialmente cansada, pero se despertó ante el sonido del retumbar del paso del lagarto pues tal era su tamaño que sonaban como tambores sus pisadas. Y al salir a su terraza allí lo encontró, esperándola. Ella agotada esa mañana no había podido prepararle nada y miró a su alrededor. Toda su vida había estado cuidando de aquel bicho, ahora estaba sola y la muerte de sus plantas la rodeaba como presagio certero.

Le miró con una clara expresión de dolor, puesto que no sabía como explicarle que no tenía ninguna obligación y que le había dedicado su vida por placer, por un sentimiento absolutamente altruista, no sabía cómo decirle que tenía derecho a descansar un día, aunque fuese uno solo. Pero él era lagarto y ni entienden, ni escuchan, ni explican, ni hablan.

El lagarto enorme, clavó en ella sus ojos. Pasó una pata por encima de la cristalera que siempre estuvo abierta para él, pasó la siguiente, alargó el cuello, posó sobre ella una gélida mirada abrió su boca y sin más, la tragó.

(Mareablanca)

  • Inspirado en mi Juanchito, lagarto que llevo viendo crecer desde que no medía más que un par de centímetros y que me visita cada primavera. La primavera pasada lo hizo con su familia. Nunca le he dado de comer, sobre todo tras leer cierta inspiradora leyenda asturiana, que les publicaré en otro momento...

jueves, abril 20, 2006

Be here to love me




"Be Here To Love Me"
Norah Jones
Your eyes seek conclusion in all this confusion of mine
Though you and I both know it's only the warm glow of wine
That's got you to feeling this way, but I don't care,
I want you to stay
and hold me and tell me you'll be here to love me today
Children are dancin', the gamblers are chancin' their all
The window's accusing the door of abusing the wall
But who cares what the night watchmen say
The stage has been set for the play
Hold me and tell me you'll be here to love me today
The moon's come and gone but a few stars hang on on to the sky
The wind's runnin' free but it ain't up to me ask why
The poets are demanding their pay
They've left me with nothin' to say
'cept hold me and tell me you'll be here to love me today
Just hold me and tell me that you'll be here to love me today
_________________________
...hoy, en calma...

martes, abril 18, 2006

Vagabunda. Hora V.

La última hora.


  • Hora V.

    La enorme y dorada puerta giratoria que hacía escrupuloso juego con los ya mencionados botones del portero, acompañó mi paso. Mis manos asieron con decisión la barra para empujarla y comenzamos con paso lento y firme la rotación hasta encontrarme de frente con tan singular personaje que, pese a mis primeras dudas, no se inmutó ante el esperpento que navegaba dentro de botas y abrigo, con pelos helados de escarcha y el empuje de la puerta con la gracia hartamente similar a una mula de molino.

    Ignorando al resto, me dirigí decidida a las escalaras, con claro ánimo de no tener que sufrir la humillación de subirme a un ascensor completo de gente y que en un instante pasase a estar sola en el mismo. Definitivamente era un buen abrigo, cuando conseguí llegar al último piso lo hice jadeante y con lengua fuera. Este detalle no tendría más importancia sino fuera porque hacia donde yo me dirigía era al restaurante.

    En el centro de la estancia, una fila esperaba su turno con bandejas repletas de viandas y, como no tenía dinero encima, pero tampoco podía acercarme a la mirada amable de la dependienta por no poder explicarle a las huestes ávidas de comida que sólo quería que la Señorita en cuestión me facilitase las llaves de mi casa. Es por todos harto sabido que el momento de debilidad por falta de ingestión alimenticia alguna, puede ocasionar serias conductas agresivas y no iba a ser yo la que se pusiese a merced de las fieras.

    Aguanté estoicamente hasta que llegó mi turno y permanecí sonriente frente a ella, siento no poder describir su cara, no sé si con aquellos ojos como platos quería decirme que era la hora de la comida, si estaba deseando matarme por presentarme de semejante guisa en su trabajo, si quería avisarme del peligro por las bestias hambrientas que me rodeaban, o si sencillamente, su incipiente miopía competía con la mía.

    En ese instante descubrí el secreto de la sonrisa de Mona Lisa, que en este caso y sin lugar a dudas, fue el antecedente de una sonora carcajada.

    Le expliqué brevemente la situación y la intencionalidad que tenía de salir de aquel lugar lo antes posible. Como era de prever reaccionó con magnífico talante, buscó en su taquilla la copia de mis llaves y me las entregó.

    Mientras iba de regreso a casa, ya con llaves en mano, sintiéndome segura por primera vez en todo el día, sin importarme la indumentaria, sin mirar a nadie, sin necesidad de verles ya que además, ellos tampoco me veían.. Estuve pensando en aquel circo y lo curioso, es que por aquel entonces volvía sin tener claro cuál había sido mi papel en aquel acto.

    En el preciso instante que introduje la llave en la cerradura lo supe, supe que el personaje que me habían adjudicado no fue el más que el de un espectador al que invitan a participar en el espectáculo. ¿Y entonces a quién le había tocado representar ese papel, el de payaso?. Hoy podría indicarlo con absoluta y meridiana precisión.

viernes, abril 14, 2006

Vagabunda. Hora IV.

el maestro de ceremonias me esperaba..



  • Hora IV.

Me dirigí al centro neurálgico de aquella desconocida vida urbana.

Mi mejor amiga en aquella época trabajaba en unos grandes almacenes, los más elegantes de la ciudad y allí es a donde debía dirigirme, a por la copia de mis llaves que ella guardaba, por extraños juegos del destino, ya que el mismo momento que me hicieron entrega de las llaves (dos días antes), hice una copia para ella, aún teniendo claro que no había perdido unas llaves desde que tenía mi primera década, ahora se que están en el fondo del mar. Este conocimiento me hubiese ahorrado mucho tiempo, disgustos e infructuosas búsquedas... pero eso es también otra historia.

El paseo hasta el centro hizo que abriese mi ángulo de visión. Mi miopía se vio como recién operada. La gente me miraba como si fuese a robar, atracarles o mendigarles, cuando ciertamente, lo extraño en mi mirada era por la falta de mis gafas, pero ellos en cambio, parecía que viesen la locura personificada.

Bien es cierto que ví mi reflejo en un escaparate y no pude reconocerme: ese atuendo, aquel cabello medio mojado todavía, que comenzaban a tomar su forma rizada original que casi nunca llevo, esa mirada que yo sabiendo por "ceguera" pareciera por falta de razón ( éste último punto no deja de ser rebatible) y aquellas botas, esas botas que llegaban a reflejarse en los escaparates por llegar 5 minutos antes que yo...

En fin! la puerta del centro comercial. Un estupendo portero ataviado con sus mejores galas, las dignas del presentador de un circo, un insigne maestro de ceremonias con casaca encarnada y pulidos botones dorados, esperaban para ver si me atrevía a meterme en la puerta giratoria...

¡El circo me esperaba!

El Circo

- Silvio Rodríguez-


Acompañado de una larga lista por saber,

con la frescura de un primer día de colegio,

salió otra vez de la mano de la casa en que nació:

las vacaciones estaban siendo un golpe de la luz.

Tocaba puertas recogiendo amigos,

acompañaba a las niñitas solas,

cortaba flores y las ofrecíacon un pie al aire, sonriendo siempre.

Cantando musiquitas dulces,

de esas que no se escuchan ya,

apareció gritando un circoque se instaló cerca de allí,

lleno de luces y colores,

magos y mucha diversión.

Pero en la lista de cosas que tenía que aprender

no figuraban los circos por ninguna parte,

y sin que nadie lo viera sacó un lápiz, anotó,

y puso circo con letras de poner inicial.

Con el dinero para la merienda

compró un helado y una rosca dulce,

dando brinquitos se metió en la carpa

que parecia una mamá muy grande.

Cantando musiquitas dulces,

de esa que no se escuchan ya,

pudo saber que su maestrano le enseñó cierta canción,

y que la vida no cabía

ni en veinticinco listas más.

martes, abril 11, 2006

Vagabunda. Hora III.

puertas y más puertas ¿todas cerradas?..

Photo by Arteko


  • Hora III

El tipo que abrió me miraba fijamente, si bien yo no tenía claro que fuese por mi indumentaria, por el nuevo estilo de presentación como nueva vecina que no se estilaba por ser tan lejano a las películas americanas, o por lo que me pareció a mí más evidente ¿cuánto tiempo haría que este hombre no tenía contacto alguno con otro ser humano?

Con la puerta entreabierta pude atisbar montones de cajas de cartón esperando a ser abiertas, ¿sería él también un recién llegado?

El idioma, nueva traba.

Aquellos países en los que topes con quien topes, como mínimo sabe decir en un perfecto inglés un “lo siento, pero mi inglés es muy malo”, vaya que son bilingües casi de nacimiento, existe una posibilidad, una ínfima, para que encuentres a alguien que no entienda ni una palabra y era exactamente aquel hombre que apostado frente a mí miraba y parecía centrarse en el movimiento de mis labios mientras yo intentaba explicarle quién era y la situación en la que me encontraba.

Parece que entendió que necesitaba unos zapatos y me tendió lo que encontró más a mano, unas botas unos seis números más grandes que mi talla, así como un abrigo, que podría decir... no, no sé qué podría decir del abrigo, excepto que era grande, por las rodillas y cubierto de pelo como esas alfombras de que imitan piel de oso.

Por supuesto que se lo agradecí como pude mediante señas con una promesa de devolución que dudo que entendiese o que tan si quiera le interesase, ¿de verdad querría que le devolviese el atuendo?.

Tenía que continuar con el plan aún con semejante guisa. Respiré hondo y abrí la siguiente puerta, la que me llevaría a la entrega de las llaves. El regreso a mi nueva casa.

sábado, abril 08, 2006

Vagabunda. Hora II

¿Vagabunda por unas horas o para toda la vida?


Photo by Arteko
  • Hora II

Este pregunta abordaba mi cabeza cada vez que mi mirada se perdía y se fijaba en el sumidero. Prolongar el momento de salir no tenía más sentido, tenía que pensar una solución.

No podía permanecer eternamente en la ducha, ni en el pasillo desierto por todo caballero andante, ni podía salir con una toalla o en pijama a la calle.

Decidí tomar la iniciativa y recordando que las lavadoras estaban el la puerta de acceso al baño ( debo decir que la forma, diseño, distribución y muchas otras cosas del país en cuestión, siguen a día de hoy, siendo una incógnita para mí) tomé la ropa preparada para el siguiente lavado y puedo decir en mi defensa, que en este caso aquello de “tu mayor defecto puede ser tu mejor virtud” me salvó. Ser una maniática de los olores y lavar la ropa aunque no esté muy sucia y así no ir apestando con el olor que se pudiese haber impregnado en la ropa de trabajo del restaurante, ni con la ropa con la que se sale en noches de juerga y regresas a casa con tanto humo encima que si doblas un brazo parece que salen círculos humeantes, es para mí algo insufrible y es fumadora la que escribe.

Y ya era algo, ropa, admitamos que de lo más dispar, pero ropa al fin y al cabo. No era momento de pensar en “Loewes” o “Diors”. Pero afuera había nevado y yo seguía en chanclas.

Recordé que al llegar al edificio, había visto que una de las habitaciones, contiguas a la mía, parecían estar habitadas. Aún con el pelo empapado me armé de valor y llamé a la puerta que me parecía tan extraña.

jueves, abril 06, 2006

Vagabunda

(por unas horas)


Photo by Arteko


    • Hora I

    ¿Que si no sé cómo llegué hasta allí? ah! sí, sí lo sé. Lo sé perfectamente.

    Esto ocurre. Sólo iba a darme una ducha como cada mañana y el sonido de la puerta tras de mí me despertó mucho más que lo que hubiese podido hacerlo cualquier despertador. Mi cabeza se despejó por completo.

    Está bien, tengo la toalla en la mano, ando en pijama con motivo de "la tonta" costumbre de vestirme DESPUÉS de ducharme. Normalmente llevo ropa en ristre, pero esta vez no tenía clara la elección de la vestimenta, así que opté por tomar semejante trascendental decisión al regreso de la consabida matutina expedición. Complementos: mi estiloso atuendo con la bolsa de productos de higiene y cosméticos que he de llevar, puesto que el arte de la “compartición” forzosa y hurto de propiedades ajenas en el baño de un piso compartido son una constante. Como zapatos: mis chanclas.

    Ojeo el pasillo. La luz del sol ilumina su recorrido, es una linda visión, casi onírica por lo difusa, pero la imagen que a mí me evoca es la de un hospital y es curioso, porque no he estado ingresada en ninguno. ¿Será algún recuerdo de alguna visita durante la infancia?. Mire por donde mire no aparece mi flamante caballero que me salve de tan grotesca situación, estará sacando brillo a su caballo...

    Tampoco tengo donde esconderme, así que opto por omitir semejante irrisoria situación. Como si de un niño pequeño se tratase, que para esconderse lo que hace es ocultar con las manitas su cara. Voy directa a la meta planteada por la mañana: me ducho y ya pensaré en qué hacer cuando salga.