lunes, septiembre 10, 2007

Asuntos telefónicos



Considero al teléfono como un magnífico creador de paranoias reales y en potencia, por lo que no debiera de estar al alcance de todo el mundo, siempre surgen preguntas tales como:¿ tengo cobertura?, ¿me habrán llamado?, ¿será que no recibo los mensajes?,¿no cogí bien el número teléfono??!!!. En los primeros años de móviles, acababa escuchando la musiquilla infernal allá por donde estuviese (así fuera consciente de la imposibilidad de que sonase por no llevar encima ni el aparatito), así que desde hace mucho tiempo opté por quitarle el volumen, de hecho, el móvil actual no sé ni cómo suena o qué odiosas y depravadas sinfonías puede tener.... y bien que duermo.

Existen multitud de actitudes ante tan insignificante aparato, pero fundamentalmente las de los extremos son las que más se hacen sentir, parece que ha de odiarse o adorarse.

En uno de los extremos diré que se encuentra mi abuela, que tenía tendencia recurrir al tipo de alegaciones sobre “el tamaño mínimo de los números” y ante semejantes apelaciones optamos por comprarle un teléfono con un teclado digno de la ONCE. Tampoco llama.

Justo como el caso opuesto, recuerdo haber tenido una amiga, de la que no mencionaré nada sobre su estado mental, pero que era capaz de dejarme unas 8 llamadas perdidas en el tiempo que uno realiza actos tan banales como darse una ducha y acusarme sin contemplación de no escuchar “únicamente” sus llamadas!!!. Lo dicho, si no crea paranoias, ciertamente las fomenta.

Cierto es que yo muchas veces no cojo el teléfono porque no me da la gana (normalmente porque no es un buen momento: no pondré ejemplos). Lo que está claro es que no porque a uno le llamen se ha de estar dispuesto a atenderlo. Exactamente lo mismo hago con la puerta de casa, directamente no voy ni a ver quién llama, si no espero a nadie.

En cualquier caso y volviendo al tema que nos atañe, he de decir que en contrapartida el aparatito ha decido llevar a cabo una muy particular venganza, puesto que casi siempre lo dejo a la vista y en cuanto me muevo aparecen tropecientas llamadas perdidas. Esa es otra, ¿no vale con una única llamada perdida?, como dicen por ahí "si perdidas están, ya las encontrarán".

Es imposible obviar la existencia de los "sms". Como es bien sabido, cualquier medio escrito, máxime abreviado, no consigue captar la esencia de lo que se pretende transmitir... en algunos casos mejor que ni se intente...en mi caso, este obstáculo lo tomé como un reto. Sinceramente me gusta que la gente sonría cuando lee un mensaje, para explicarlo apropiadamente y extrapolarlo a algo cercano, sería algo así como tratar de transmitir buen rollo emitiendo tan sólo una o dos notas musicales.

Claro que creo que lo peor del asunto, es la fe ciega en la tecnología, como sí se tratase de una nueva religión, "la de la comunicación". Se da por supuesto que un mensaje (valga para los emails) siempre ha llegado, pero ¡ay sres.! he aquí un gran descubrimiento: la tecnología falla más que una escopeta de feria!!

Como siempre, el bien de la cosas no está en el objeto mismo, sino en como se utilicen. ...

Espero que no se note mucho que habría de estar estudiando....



(Es mi respuesta al asunto: "Teléfono", de otro lugar del ciberespacio, con mínimas variaciones para adaptarlo a este)

lunes, septiembre 03, 2007

Matrimonios de tradición


Las "damas" emperifolladas y pintadas con total ausencia de arte, se miraban burlonamente entre sí. Se sonreían unas a otras mientras se daban algún que otro golpecito cómplice o un "sutil" codazo.

Viejas urracas. Mantenían la falsa apariencia de orgullo pintarrajeado de prepotencia.

Eso sí, al volver a casa arrastraban su orgullo ante aquel que se convencieron fue el hombre amado, llevándole las zapatillas, la pipa y el tabaco. Suplicándose a sí mimas el poder mantenerse en la creencia de estar enamoradas puesto que en vez de intentar alcanzar sus esperanzas, las habían puesto en sus queridos y flamantes "mariditos", para, en el caso de no lograrlo, estar ellas exentas de culpa del fracaso de sus vidas y poder volcar su frustración con aquelos pequeños seres que habíanse visto obligados a convertirse en dioses que sacasen a aquellas brujas de su hastío.

Desconozco la psicología masculina como tal y denigrante me parece tener que aprenderla para entendernos. Lo que sí bien conozco es la psicología de "el Hombre" porque a esa clasificación pertenezco y por ello entiendo que no existe yugo si no existen vencedores ni vencidos. No hay guerra de poder, sino cohesión. Así que no me pidan que claudique siendo además "rendición" el término. No han de preocuparse, yo firmo por la unión, no por la anulación. Así que Razón será quien sea juez de nuestro encuentro.

¡Ah! lo siento madre ya sabe usted que yo me comprometo, pero no me caso si con ello he de entregar como prentenden, como hicieran ustedes, en vez de mi corazón, mi otro más preciado bien, mi cerebro.