lunes, octubre 16, 2006

No es oro todo lo que reluce


"No es oro todo lo que reluce ni toda la gente errante anda perdida".

Habiéronse conocido en un pacífico jardín en el que ella se dejaba adormecer por las cálidas caricias del sol. Había tenido una extenuante jornada, pero había conseguido avanzar el día hasta su rincón favorito, en el que nadie la solía molestar.

Era alma solitaria henchida de autosuficiencia y como tal, disfrutaba de su silencio y se deleitaba en su propio pensamiento.

Ete aquí que un zalamero personaje paseaba algo asustado por ese mismo jardín al que había accedido siguiendo a un juguetón ratoncillo. Las sombras que se entreveían por arte del sol, absurdamente se le antojaban amenazantes y entonces la vio a ella, hermosa, con la piel rociada de la aquellos cálidos colores expuesta ante aquel sol. Desbordaban confianza y paz a través de sus poros.

Él, se acercó sigilosamente y cambió el calor de los rayos del sol por el de sus manos. Ella se giró bruscamente para imperar sobre el osado, pero al verle se quedó deslumbrada con la imagen de esa silueta entonces dorada.

Muchos días fueron los que compartieron e incluso noches cálidas, porque él de alguna extraña forma se había teñido de todo ese calor que estaba en esa tarde estaba destinado a ella.

Pero pronto empezó a apagarse su brillo prestado y cada vez que ella lo miraba empezaba a ver el lado oscuro que iba surgiendo desde dentro de sí mismo. Como ya no brillaba, intentó oscurecerla también ella con sucias artimañas por las que intentaba hundirla en las tinieblas.

Sin entender muy bien por qué recibía aquellos manchones un día observó que él se apagaba y al abrazarle, un rastrojo de tintura quedó impregnado en sus brazos.

Cuanto más brillaba ella más se descubría lo artificial del color de él hasta tal punto que ella misma intentó apagarse pensando que así ensalzaría el brillo de su amado pero no fue así.

Empezó ella entonces a recoger sus propias virutas doradas que le espolvoreaba a él por encima cuando dormía para que cada mañana se viese emitiendo aquella luz tan enorme que a ella misma la había deslumbrado.

Pero resultó que cuando se veía con algo más de reflejos dorados se crecía de tal forma que incluso empezó a considerarla indigna de compartir la misma estancia que él.

A ella se le hacía insoportable el aguantar y morderse los labios para gritarle que todo su brillo le había sido entregado por amor. Y cuanto mayor era el sacrificio de ella más relucientes eran las capas que aparecían bajo el raspado.

Hasta que no se pudo ocultar más la verdad. Una noche él se despertó por un brillo cegador y la vio llorando desconsolada a los pies de la cama, intentando desesperada rasparse el brillo para crear la tintura de cada noche para echársela él, pero bajo cada raspado dejaba una capa cada vez más brillante.

Lo entendió todo y fue esta vez cuando él quiso abrazarla, que le dio un abrazo al aire porque ella era ya un haz de luz que ascendía hasta la estrella más cercana. Esa noche, una nueva estrella errante alumbró el firmamento.

9 comentarios:

Alfredito dijo...

Es difícil llenar los agujeros negros. Y además se ha de ir con cuidado, pueden absorber toda tu luz. Huye de ellos, sé una estrella fugaz.

Besitos lumínicos

Anónimo dijo...

Me hiciste recordar una historia todavía algo cercana en el tiempo.
Es verdad que no toda la gente errante anda perdida, cierto.
Me encantó volver a leerte, es agradable, cálido.
Besos

Adrià dijo...

Uffff…que historia!.....es preciosa..

Anónimo dijo...

Puedo decir que es la mejor historia que he leido(hasta ahora) al dejarme arrastrar por esta marea. Cada cuerpo debería brillar con luz propia. Los reflejos son engañosos.
Besos luminosos

Cocó Chanel dijo...

Que la luz permanezca entre nosotros y haga de cada oscuridad un silencio entre la llama y la vela.
Un beso enorme!!!!!!!!!!!!! gracias por escribir, compartir y recordarnos en estas tierras chinescas.

Niebla dijo...

Una preciosa historia, por desgracia hay seres incapaces de sentir amor y manifestar el mínimo agradecimiento a quien da su vida por ellos.

Siempre las más bellas historias están impregnadas de tristeza.

Un gusto leerte.

Abrazos.

Unknown dijo...

* Querido Alf, creo que si eres estrella, brillas con luz propia. Tal vez la luz del Sol impida que las veamos, pero es sólo porque es la más cercana. Éstas otras, aún de día siguen ahí. La cuestión es no olvidar quiénes son.

* Querida MDM, es triste que el propio ser querido sea quien trate de eclipsar. Ya que se crea con poder o facultades para hacerlo es lamentable, pero mucho peor es que traten de convencer al resto de que no son falsos reflejos.

* Querido Adriá, me alegra que le haya gustado y sus visitas. Este cuento bien podría ser “la madre de Alba”.

*Querido Gabi, muchas gracias. Transmitiré su opinión a esa estrella que sigue rondando por el firmamento y que, como decíamos, no por errante anda perdida.

Ay! Cuán peligrosos son los espejismos.

*Querida Made in China, esta marea trata de llegar a todas las costas, sobre todo si hay un puerto de su agrado.

Aunque el paso en un principio nos haya parecido desacertado, hay muchas formas de llegar a nuestro destino.. el de la vela es iluminar, el del Sol dar calor, el de las estrellas... iluminar junto a la Luna las noches negras.

*Estimada Niebla, bien cierto que existe una gran cantidad de personas que ante su pareja, que en un principio hacía que se iluminase y en la que el brillo que en un principio creyó ver fuese justamente lo que la atrajese, sea con el tiempo, que en vez de compartir la luz que emiten, uno de los dos se apaga.

*A todos, oleadas de besos.

Anónimo dijo...

Curioso relato. Pero no suelo ver muchas estrellas aquí abajo.
Besos.

Unknown dijo...

*Estimado Lobo, ¿no era en el campo donde mejor podían verse las estrellas?...

Será que este tiempo de lluvias, hace que las nubes oculten sus brillos.

Oleadas de besos estelares.