miércoles, diciembre 14, 2005

Rosa Azul, mi cuento de Navidad

Trataba de atravesar el día sin sentir el peso de la tristeza, cada paso parecía producirse con un arrastre de cadenas. Atravesar sin seguir ningún camino, creando el propio intentando que algo mereciese la pena.

Tanto tiempo esperando su regreso, deseando que volviese. El peso del dolor tan inmenso, el peso del alma cuando quiere estar llena.

Y verle, sólo poder verle y esa mirada. Una sola mirada podría colmar ese vacío y así transformar su alma en ligera.

Pérdida del destino. Nuevo movimiento. Observa su paso, un último paso y la tristeza arraiga, un amasijo de raíces en la vida que rechaza si ha de ser sólo ella.

Convierte su sangre en savia, no puede dejar que la esperanza se desvanezca. Transmuta su cuerpo en tallo y espinas, para soportar con aparente aspereza.

Hasta el brillo de la Luna palidece ante esta belleza y asegurándose que él advierta así su presencia, le concede a sus pétalos un color, el digno de la realeza.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

"el peso del alma cuando quiere estar llena".

Me ha encantado. En realidad todo el cuento.
Un saludo.

Unknown dijo...

Que lindo su mensaje Gabi.

Yo sigo intentando despertar a Dios.

Alfredito dijo...

¿Cómo son las espinas de esa rosa azul?
¿Puede acaso adornar la mesa de quienes comparten una copa de vino y unas cuantas confidencias?
Echo de menos esa sensación del brindis a distancia.

Besitos.

Unknown dijo...

Estará todo preparado para un brindis antes de la próxima pleamar

;)

Besos

Anónimo dijo...

Brindis???
Copas de vino??
Confidencias??
Marea Blanca??
Decidido:
ME APUNTO!!!