- Existía la tradición de una terrible enferdad en la familia. Todos lo sabían.
Fue entonces cuando ella apareció pequeña, minúscula, recién nacida. Aterrada porque la vendieron y no estaba ni destetada. Se hundió en esos brazos a los que la entregaron entre lloros.
Esa primera noche la pasaron juntas y muchas más vinieron después.
Sabían desde el primer momento que el paso del tiempo para ambas sería distinto. Sus relojes iban a velocidades distintas desde el principio de sus respectivos tiempos: uno de ellos siete veces más rápido.
Para aquella que la cuidó pasó de ser hija, a hermana, después madre y más tarde fue tía y posteriormente abuela.
Cualquiera que fuese su papel, siempre fue una más en la familia y como regalo de agradecimiento por haberla querido tanto, absorvió con cada caricia la tradición de la madre, de la hija y del hermano.
Y por tal sacrificio, ninguna generación más de aquella familia volvió a saber de tan terrible tradición.
(A nuestra querida perrita Bana).
Silba en el viento dentro de mí. Estoy desnuda. Dueña de nada, dueña de nadie, ni siquiera dueña de mis certezas, soy mi cara en el viento, a contraviento, y soy el viento que me golpea la cara. (Galeano)
lunes, septiembre 25, 2006
El fin de la tradición
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3 comentarios:
Mi querida perrita se llama Jara. Hace tres días me enteré de que vamos a tener Jaritos. Es lógico que las bendiciones libren de las maldiciones :).
Besos
Alguna vez viví con un perrito. Buen amigo, pero sí, creció muy rápido y se nos adelantó en el camino. Es triste cuando se van...
ronroneos
*Querido Gabi, mi más sincera enhorabuena por esa nueva incorporación a su familia. Espero ver pronto fotos de sus "jaritos".
*Querido Gatopardo, es muy triste sobretodo cuando son uno más y es cruel el mecanismo de su especial reloj que marca tan desacompasados tiempos.
*Oleadas de besos a ambos.
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