Existía la tradición de una terrible enferdad en la familia. Todos lo sabían.
Fue entonces cuando ella apareció pequeña, minúscula, recién nacida. Aterrada porque la vendieron y no estaba ni destetada. Se hundió en esos brazos a los que la entregaron entre lloros.
Esa primera noche la pasaron juntas y muchas más vinieron después.
Sabían desde el primer momento que el paso del tiempo para ambas sería distinto. Sus relojes iban a velocidades distintas desde el principio de sus respectivos tiempos: uno de ellos siete veces más rápido.
Para aquella que la cuidó pasó de ser hija, a hermana, después madre y más tarde fue tía y posteriormente abuela.
Cualquiera que fuese su papel, siempre fue una más en la familia y como regalo de agradecimiento por haberla querido tanto, absorvió con cada caricia la tradición de la madre, de la hija y del hermano.
Y por tal sacrificio, ninguna generación más de aquella familia volvió a saber de tan terrible tradición.
(A nuestra querida perrita Bana).
3 comentarios:
Mi querida perrita se llama Jara. Hace tres días me enteré de que vamos a tener Jaritos. Es lógico que las bendiciones libren de las maldiciones :).
Besos
Alguna vez viví con un perrito. Buen amigo, pero sí, creció muy rápido y se nos adelantó en el camino. Es triste cuando se van...
ronroneos
*Querido Gabi, mi más sincera enhorabuena por esa nueva incorporación a su familia. Espero ver pronto fotos de sus "jaritos".
*Querido Gatopardo, es muy triste sobretodo cuando son uno más y es cruel el mecanismo de su especial reloj que marca tan desacompasados tiempos.
*Oleadas de besos a ambos.
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