jueves, mayo 18, 2006

Bus Stop


El transporte público no puede reducirse al trayecto, no lo puedo detallar únicamente como el recorrido que uno debe compartir de forma obligatoria e involuntaria, con el resto de congéneres que en muchas ocasiones distan mucho de serlo. Es un asunto de comportamiento cívico, no de calidad del medio de transporte en cuestión.

En lo que a mí respecta, el asunto da comienzo ya en la propia parada, normalmente mal señalizada, que ni el propio conductor reconoce y que obliga al usuario a plantarse en medio de la carretera para conseguir llamar la atención del conductor y, con suerte, el frenado del vehículo.

La parada, por sí misma parece que establece una activación del “chip o gen del deportista”, según sea uno máquina o mono, ese chip que me consta ciertas personas tienen desactivado hasta llegar a cualquier tipo de fila, bien sea la del supermercado, la del citado autobús o la del paro.

Entonces y sólo entonces, esos deportistas toman posiciones permaneciendo alerta para la visualización del objetivo y una vez en el punto de mira, entran en acción ciertas articulaciones del cuerpo: muñecas para asirse a cualquier objeto que imposibilite sus caídas (que podrá ser el brazo del ser más infelizmente próximo, la chaqueta del mismo infeliz sujeto o cualquier cosa que tope en su camino); las rodillas se flexionan para dar comienzo a la carrera; los codos para eliminar todo tipo de obstáculos que pudiesen entorpecer el alcanzar la meta.. esos codos que ya desearían fervientemente los quarterback del mejor de los equipos de rugby .. Total que, cual manada de búfalos, arremeten con todo hasta conseguir el citado objetivo: subirse a toda costa, en este caso la costa es marea.

Una vez dentro, si es que has conseguido subir, aunque muy probablemente quien lo haya hecho haya sido contra la propia voluntad y haya seguido más bien la fuerza de la avalancha del grupo que le haya tocado (los grupos no se eligen, son razonablemente aleatorios en función del minuto en que uno haya tenido la desgracia de salir de su casa), comienza el trabajo de los pequeños.

El tema es que no se puede menospreciar la actividad de sus pequeños vástagos, son muchos y están siendo firme, estricta y meticulosamente adiestrados.

Así que, si sus procreadoras se han afianzado en el uso y manejo del bolso como arma de defensa, cuando no hábiles en el abuso de unos perfumes que convierten aquello en cámara de gas o lo mejor de todo, sujetos que hacen una campaña personal contra la sequía y no sólo deciden cambiar baño por ducha, sino que directamente deciden no ducharse, o qué decir de las épocas de lluvias y el uso o desuso del paraguas...en fin, que si hubiese poseído William Wallace semejantes armas, entre otras estas biológicas mencionadas, otro gallo cantaría en Escocia.


Y, si ellas surgen como nuevas maestras, guerreras de la supervivencia en la vida urbana mediante objetos cotidianos, esos “pequeñines” y sus utensilios, no pueden ser subestimados, pues esas criaturillas poseen elementos de transporte de materiales, denominadas mochilas –facilitadas por sus progenitores, sin duda alguna-, en las que llevan lo que dicen ser material escolar, pero yo apoyo la teoría avalada por mis sufridos pies, de que son más bien materiales para la construcción de la citada escuela que estoy convencida de que no han pisado en su vida. Y con ello defienden su “espacio vital”.

Luego, queridos todos, está claro que hay una parte de educación que nosotros hemos recibido y que el resto no y por lo visto, esto funciona también en dirección contraria: hay algo definitivamente algunos nos hemos perdido. Yo mi espacio vital lo cuido y protejo mediante el respeto.

Respuesta planteada a "espacios vitales".

3 comentarios:

Alfredito dijo...

Jajaja.
Pues yo hace más de 20 años que no utilizo el transporte público. Después de leer tu post me afianzo en mi posición.
Besitos.

Jordi Cornet dijo...

Uff... Vaya, yo por suerte no he tenido nunca que hacer señas al conductor, aquí cumplen meticulosamente con las paradas; sin embargo las actitudes de las personas suelen ser las mismas: empujones, golpes, prisas, ancianas adquiriendo velocidades sobrenaturales para ser las primeras en subir, personas con una higiene... inexistente, etc.
También es cierto que nos fijamos siempre en lo malo, pero, claro está, ¡las cosas deberían ir bien desde un buen principio!

Yo siempre mantengo todo el
respeto que puedo con los demás,
pero no memo lestaré en mantenerlo por aquellos que faltan al mío y al de los demás.

Hasta pronto, un abrazo! ;)

Unknown dijo...

* Querido Alf, se pierde usted un mundo posibilidades, historias, encuentros, desencuentros, amores y odios: la vida del transporte público... que bien podrán permanecer perdidos por otros 20 años más.. jeje

*Querido Elfo, los espacios debieran de respetarse como si estuviesen protegidos por un campo de energía.. anti superabuelas!! (¿recuerdan esa serie?, seguramente el guionista se inspirase en uno de sus viajes matutinos al trabajo).

jeje

*Oleadas de besos.