Con tono pausado le explicó el funcionamiento de aquel negocio.
Tenían unas fábricas de oxígeno repartidas en distintos puntos del planeta. La idea había surgido de la propia NASA como invento para facilitar la vida de los astronautas en órbita y así poder crear estaciones satélite a la Tierra, pero ocurrió algo así como con el velcro, pasó a ser un invento revolucionario espacial y especial que tal y como iban las cosas por el planeta en los últimos años, acabaría por tener una gran proyección e incluso podría convertirse en negocio en suelo firme tal y como había ocurrido, ya que pronto el aire sería irrespirable. De hecho, hacía ya mucho que para él, lo era.
Tenían unas fábricas de oxígeno repartidas en distintos puntos del planeta. La idea había surgido de la propia NASA como invento para facilitar la vida de los astronautas en órbita y así poder crear estaciones satélite a la Tierra, pero ocurrió algo así como con el velcro, pasó a ser un invento revolucionario espacial y especial que tal y como iban las cosas por el planeta en los últimos años, acabaría por tener una gran proyección e incluso podría convertirse en negocio en suelo firme tal y como había ocurrido, ya que pronto el aire sería irrespirable. De hecho, hacía ya mucho que para él, lo era.
La idea de poder respirar oxígeno limpio y puro le pareció increíblemente buena. No tendría seguir respirando polución, ni los malos humos que expirase el gentío y a lo mejor, hasta conseguiría darle un “nuevo aire” a su vida, que hacía tiempo era casi tan gris como el asfalto y esos nubarrones que de forma constante parecían estar siempre sobre su cabeza.
Por supuesto, le indicó al caballero de blanco su intención de comprar ese revolucionario concepto de producto que acabaría con toda las distintas escalas de grises que se amontonaban en su vida. Quería tantas bombonas de oxígeno como le fuera posible trasportar. E incluso, hizo el gesto propio de introducir su mano en el bolsillo de la chaqueta para sacar la cartera, pero el caballero de blanco, muy amablemente le indicó que no era necesario, era un servicio gratuito por el que no tenía más que ir a aquella tienda cada vez que lo considerase necesario y quedarse allí un rato, respirando tranquilamente.
No daba crédito, ¡el negocio del siglo y resultaba ser gratuito!. Sospechó que tal vez fuese una engañifa pero tan pronto se volvió para hacer más preguntas a su interlocutor, éste, había desparecido. Mientras oía como en eco a esa voz ya familiar, que le decía que ésa había sido su primera sesión.
Era cierto que se encontraba más grande, más limpio, más oxigenado.
Al abrirse nuevamente la puerta invitándole a su salida, decidió que al día siguiente sin falta volvería.
(...continuará..)
Por supuesto, le indicó al caballero de blanco su intención de comprar ese revolucionario concepto de producto que acabaría con toda las distintas escalas de grises que se amontonaban en su vida. Quería tantas bombonas de oxígeno como le fuera posible trasportar. E incluso, hizo el gesto propio de introducir su mano en el bolsillo de la chaqueta para sacar la cartera, pero el caballero de blanco, muy amablemente le indicó que no era necesario, era un servicio gratuito por el que no tenía más que ir a aquella tienda cada vez que lo considerase necesario y quedarse allí un rato, respirando tranquilamente.
No daba crédito, ¡el negocio del siglo y resultaba ser gratuito!. Sospechó que tal vez fuese una engañifa pero tan pronto se volvió para hacer más preguntas a su interlocutor, éste, había desparecido. Mientras oía como en eco a esa voz ya familiar, que le decía que ésa había sido su primera sesión.
Era cierto que se encontraba más grande, más limpio, más oxigenado.
Al abrirse nuevamente la puerta invitándole a su salida, decidió que al día siguiente sin falta volvería.
(...continuará..)
2 comentarios:
No sé por qué sospecho que el oxigeno engancha. Sigo en ascuas. De hecho me estoy quemando. :)
Besos.
*Querido Gabi, este oxígeno no quema... pero puede que haga volar un poco. ;)
Me alegra mucho su regreso e interés.
Oleadas de besos.
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