Cada nueva visita repetía el mismo proceso y nunca más se encontró con nadie.
Pero eso ya no importaba. Sólo aquella voz “respire”.
No se preguntaba de dónde salía tal cantidad de oxígeno, cómo podía mantenerse la tienda con suministros gratuitos o qué es lo que ganaban. Él tan sólo iba y se hinchaba.
La respiración con ese oxígeno se volvió fundamental en su vida. No quería reconocerlo, tampoco se lo habría planteado, pero se había vuelto adicto y cuanto más oxígeno respiraba más necesitaba.
Ya no iba al trabajo ni a casa. Los minutos pasaban a horas. Pasaba días enteros allí dentro y ni se percataba.
En alguna que otra visita, tras muchas sesiones intensivas hasta le pareció ver otras burbujas en las que la suya se reflejaba. Daba igual.
Pero era una tienda, en eso no mentían y todo el que compra, paga.
(... continuará...)
4 comentarios:
Joe! esa última frase es de las que te dejan con la intriga carcomiendote por dentro. Esta noche no duermo. Por cierto, "Dallas" lo resolvieron en menos capítulos ;).
Besos oxigenados
:):):))
Vaya con las series...Bueno, entonces le adelanto que mañana, será el último capítulo. ;)
Oleadas de besos.
La felicidad se paga. Siempre es así. A más felicidada, más deuda.
Besitos.
*Querido Alfredito, la felicidad habría de sentirse en compenetración con el entorno, no excluyéndose del mundo y creando uno propio.. a no ser que se sea un Dios. ;)
Oleadas de felices besos.
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