martes, abril 18, 2006

Vagabunda. Hora V.

La última hora.


  • Hora V.

    La enorme y dorada puerta giratoria que hacía escrupuloso juego con los ya mencionados botones del portero, acompañó mi paso. Mis manos asieron con decisión la barra para empujarla y comenzamos con paso lento y firme la rotación hasta encontrarme de frente con tan singular personaje que, pese a mis primeras dudas, no se inmutó ante el esperpento que navegaba dentro de botas y abrigo, con pelos helados de escarcha y el empuje de la puerta con la gracia hartamente similar a una mula de molino.

    Ignorando al resto, me dirigí decidida a las escalaras, con claro ánimo de no tener que sufrir la humillación de subirme a un ascensor completo de gente y que en un instante pasase a estar sola en el mismo. Definitivamente era un buen abrigo, cuando conseguí llegar al último piso lo hice jadeante y con lengua fuera. Este detalle no tendría más importancia sino fuera porque hacia donde yo me dirigía era al restaurante.

    En el centro de la estancia, una fila esperaba su turno con bandejas repletas de viandas y, como no tenía dinero encima, pero tampoco podía acercarme a la mirada amable de la dependienta por no poder explicarle a las huestes ávidas de comida que sólo quería que la Señorita en cuestión me facilitase las llaves de mi casa. Es por todos harto sabido que el momento de debilidad por falta de ingestión alimenticia alguna, puede ocasionar serias conductas agresivas y no iba a ser yo la que se pusiese a merced de las fieras.

    Aguanté estoicamente hasta que llegó mi turno y permanecí sonriente frente a ella, siento no poder describir su cara, no sé si con aquellos ojos como platos quería decirme que era la hora de la comida, si estaba deseando matarme por presentarme de semejante guisa en su trabajo, si quería avisarme del peligro por las bestias hambrientas que me rodeaban, o si sencillamente, su incipiente miopía competía con la mía.

    En ese instante descubrí el secreto de la sonrisa de Mona Lisa, que en este caso y sin lugar a dudas, fue el antecedente de una sonora carcajada.

    Le expliqué brevemente la situación y la intencionalidad que tenía de salir de aquel lugar lo antes posible. Como era de prever reaccionó con magnífico talante, buscó en su taquilla la copia de mis llaves y me las entregó.

    Mientras iba de regreso a casa, ya con llaves en mano, sintiéndome segura por primera vez en todo el día, sin importarme la indumentaria, sin mirar a nadie, sin necesidad de verles ya que además, ellos tampoco me veían.. Estuve pensando en aquel circo y lo curioso, es que por aquel entonces volvía sin tener claro cuál había sido mi papel en aquel acto.

    En el preciso instante que introduje la llave en la cerradura lo supe, supe que el personaje que me habían adjudicado no fue el más que el de un espectador al que invitan a participar en el espectáculo. ¿Y entonces a quién le había tocado representar ese papel, el de payaso?. Hoy podría indicarlo con absoluta y meridiana precisión.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Increible!Magnifico! y consiguio llegar a casa? Porfavor continue.
Mua!
MMC

Unknown dijo...

*MMC, "This is the end, my only friend, the end.."

...de la historia, que yo sigo con lo mío ;)

Oleadas de besos

Anónimo dijo...

Es de esas historias que pasado el tiempo te preguntas ¿Como fui capaz de reaccionar asi?
He sonreido leyendote.
En mi vida imperan las situaciones surrealistas, te acostumbras.
Besos

Unknown dijo...

*MDM, tal vez sin surrealismo no podríamos saber qué es real... intento no acostumbrarme para disfrutar de cada una de estas situaciones.

Me alegro de haberle "arrancado" una sonrisa.

Oleadas de besos.