
Te miro directamente a los ojos, ahora, tumbados ambos en el suelo y me doy cuenta de cuán ciegamente te quiero, de hasta qué punto tú me amas, ahora, que mis ojos se apagan.
Y si alguna vez hubiese pensado que iba a ocurrir... bueno, siempre pensé que iba a ocurrir, pero no así. No porque me hubieses matado.
Sí es cierto que cuando me contabas historias pasadas en las que asegurabas tener certeza de un fin cuando te hablaban de amor, yo pensaba que tal vez fuese lo mismo pero en esta ocasión era yo quien tenía esa certeza de que en cualquier momento diría "se acabó". Ahora sé que esto nunca ocurriría.
Tenía que hacerme a tí, no había otra salida, eras tú y, tanto si me gustaba como si no, no dejabas alternativa era yo quien había de adaptarse a tus amistades, a tu vida, a tu ritmo, sencillamente a todo lo que a tí te daba la gana. No ibas a renunciar ni un poquito a tu vida. En realidad nunca pedí renuncia, si no que todo encajase, sencillamente enlazados.
Y lo intenté, de verdad que lo intenté, pero no me salió como esperaba. Mis dudas se convirtieron en certezas, mis inseguridades en convicciones sobre el estar creyendo en un impuesto dogma, sin pruebas, sin nada más que tu palabra. Y ahora que lo pienso, no recuerdo que me dijeses nunca que me amabas. Te comportabas como si no estuvieras conmigo y yo... empecé a comportarme del mismo modo. Tendrías que creer únciamente en mi palabra.
Pero que fuese yo quien traicionase, que tu actuación me sirviese de excusa para justificarme eso no lo habría adivinado nunca. Me desconocí en ese momento y fue cuando me di cuenta que si debía de hacer que nada me importase tendría que ser real.... tanto que acabó siéndolo. No es que me diese igual todo, es que empecé a jugar con tus reglas y tal y como siempre intuí no te traicioné a tí si no a mí, yo no quería vivir así.
Era consciente que no se puede tener todo, seguir con tu vida como si nada y a la vez con otra persona pretendiendo que se amolde... tal vez sí se pueda siempre que esa persona lleve ese estilo de vida ya de entrada. Pero los dos sabíamos que yo nunca fui así .
Increíble que pretendieses que lo cambiase yo todo mientras tú seguías cómodamente en tu butaca. Hasta que me viste llegar. Yo no te esperaba.
¿Cómo imaginar que brindarías conmigo con una copa de vino envenenada?. ¿Cómo imaginar que esa sería la única "prueba de amor" de la que harías gala?.