lunes, enero 08, 2007

Maleta de recuerdos


Arrastraba fatigosamente aquella enorme maleta. No la recordaba ni tan pesada ni tan grande, tendría que haberlo pensado antes de cargar con aquello.

En fin, no le quedaba otra que seguir dándole empujones y tirones, mientras sus zapatos persistían en el tonto empecinamiento de resbalar en el asfalto congelado con la última helada. Parecía aquello un baile a tres pistas de aprendices de patinadores artísticos sobre hielo, siendo el espectáculo central él y su maleta. No pensaba dejarla tirada allí después de haber cargado con ella todo el viaje... aunque dentro no hubiese nada realmente imprescindible.



En el momento de marcharse ya lo había pensado: en realidad no quería ir y ahora que volvía pensaba en toda su vida con tedio sin conseguir llegar a explicarse el por qué de su regreso.


Parecían muy lejanos esos tiempos en que no creía necesitar nada que no pudiese pagarse. No era que no valorase aquello a lo que no podía ponerse precio. Sencillamente no creía que hubiese nadie capaz de entregarlo gratis.


Había pasado mucho tiempo de observador y se había habituado a ello. No necesitaba mucho más que observar y esta necesidad de comprender a los demás mediante la observación la había ido perfeccionando con los años, de forma que casi con una sola mirada era capaz de ver mucho más allá de lo que el propio observado se habría atrevido a ver jamás.


Esto era precisamente lo que había hecho que se fuese encerrando en sí mismo cada día más, no con enfado, ira, dolor o rabia, sino con una terrible decepción que se había instalado con él y a la que no lograba echar.


Se había camuflado, procurando no desentonar, porque aunque no quisiera mezclarse demasiado, el mantener al resto a su alrededor le era totalmente necesario. Precisamente por este motivo, frecuentaba un tugurio de la zona más oscura del barrio. Allí no era necesario esperar nada a cambio, porque nunca lo habría y allí era donde todo era auténtico, aunque esa autenticidad fuese suciedad y estuviese manchada de barro.


Si en ese tiempo no hubiese aparecido ella, ni él sabía dónde habría acabado.

13 comentarios:

Alfredito dijo...

Cuando ELLA aparece, las maletas dejan de tener sentido, las maletas arrastradas desde siempre, las maletas-lastre.
Pues claro que sí.
Besitos añorantes. Mil.

Anónimo dijo...

Esa terrible decepción que se te instala dentro es una de las grandes plagas de nuestro tiempo.
Me encantó.
Mil Besos

Anónimo dijo...

Los efectos de los cambios de las maletas de los sentires. Siempre añoramos a me puso melancolica tu texto.

Yo también ando en cambio de piel.

Unknown dijo...

*Querido Alfredito,

Perdí la dichosa maleta y no sabe lo feliz que soy paseándome únicamente con mi zurrón.
Echo de menos nuestras “charlas”, esas no formaban parte de la maleta...

*Querido Gabi,

Es casi imposible no poner esperanzas y en tantas ocasiones se esfuman. Con tan sólo el nacimiento de una nueva se produce un brillo tal que levanta la bruma creada por el resto.

*Querida Ixchel,

No han de tener peso que no podamos arrastrar... mejor deben de ser algo así como un globo de helio, que casi nos permita volar. ¡Afuera la melancolía! Es un cambio de maleta, la de las experiencias por un enorme globo de la esperanza. ;)

* A todos oleadas de besos.

Adrià dijo...

La búsqueda de la verdad o la pureza, puede ser muy dura..
Es un relato muy honesto, mis modestas felicitaciones!

Anónimo dijo...

Cuando la maleta de recuerdos pesa, lastra...malo.
Solo deberiamos guardar los recuerdos que nos hacen libianos, graciles y desechar todo lo demás.
Hace tiempo que me procuse aligerar la maleta y no es nada fácil pero estoy en ello.
Un abrazo.

Nene dijo...

Que identificado me siento ante este relato!
Me gusto mucho, como siempre.
Besos

Unknown dijo...

*Querido Adriá,

Existen innumerables seres radiantes. La luz que radian es la de su experiencia y conocimiento, maletas que se transforman en luces. Muchas veces, se camuflan bajo un manto para que no se les reconozca, pero es inevitable que algún destello les delate. Es un pequeño tesoro descubrir a esos seres paseando entre nosotros... en ustedes yo ya he visto más de un destello.

*Querida MDM,

Maletas llenas de cálidas luces tan ligeras como ellas, ese debe ser todo nuestro peso. ;)

*Querido Nene,

Todos hemos tenido un exceso de equipaje en algún momento de nuestra vida... vale, bien es cierto que sabemos de algún caso en el que han tenido que pagar más que en otros... jejeje

A mí lo que como siempre me encantó, fue su visita.

*A todos, tsunami de besos.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Vayaaaaaaaaa llego detrás de mi querida amiga Palabras :-)

Todos cargamos maletas a lo largo de nuestra vida, por momentos son livianas, en cambio otros pesan como hormigón armado, es la vida con su cara y su cruz, lo bueno es tener la capacidad de remontar los malos momentos.

Oleadas de abrazos en maletas superligeras ;-)

Unknown dijo...

* Querida Palabraserrantes,

Soy una marejadilla iluminada de esperanza... Jejejeje. ¿Quién se guía de almanques?? Estas aguas sólo se dejan llevar por corrientes que a veces son cálidas, otras (unas) frescas, a veces por lo que dicte la Luna, otras seguimos la luz del Sol, otras veces sólo vamos en contra,sencillamente por el gusto de hacerlo... ;)

Gracias por su visita, sus saludos, sus felicitaciones y sus palabras...que cómo no podían ser de otro modo, errantes son.

*Querida Niebla,

Yo dejé la maleta en consigna y perdí a propósito el resguardo, así me aseguro que nunca pasaré a recogerla o buscarla. ;)

* A ambas, me alegra mucho tenerlas de regreso y por supuesto, oleadas de ligeros besos.

Anónimo dijo...

No sabemos que traemos en la maleta..todos los recuerdos que forman nuestra vida...y tampoco sabemos donde vamos a encontrar la luz en la penumbra..besos.

Unknown dijo...

*Querido Fernando... mi maleta era puro lastre en su mayoría, así que me deshice de ella ;)

Oleadas de besos para vos.