Totalmente. Pulido, perfecto. Aristas máculas. Talle limpio. Corte preciso. Engastado excelso. El diamante perfecto, será para siempre, el oro no tanto. Veintidós quilates, oro italiano brillante, dorado, pero como el amor, cuantos más quilates posea una pieza, su existencia será más breve puesto que antes se irá gastando. Contra la creencia popular, resulta ser un material muy blando. Se lo entrega al ilusionado novio y le ofrece sus mejores deseos. Y por si no lo sabe, le advierte que de tanto en tanto, habrá de pulirlo y rodiarlo. Y que siempre, habrán de cuidarlo.
(Serie 3. Relato 1)
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