Este gordo ocupa mucho lugar, en mi vida. Él es mi vida. Con él he descubierto el ser feliz sin condiciones, sin justificaciones, sin liposucción, sin cavitación, vendas frías, sin regímenes, cremas reductoras, pastillas o ejercicios de cardio, bulimias o anorexias. Mi gordo y yo somos felices. Y el resto, que se vaya con su “silfídico” mundo directo al infierno.
Nosotros tenemos nuestro propio secreto de belleza: la felicidad de poder disfrutar de los dividendos de los diversos centros de belleza que tenemos repartidos por el mundo entero.
(Serie 4: Relato 2)
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