Todos los días se presentaba. Incansable su empeño. Innegable su vergüenza.
Arrastrándose ante su persona, persiguiendo a cada paso, imponiendo su presencia, su existencia.
Moría al principio de compasión y pena, luego de vergüenza. Besaba el suelo por donde pisaba, cada inequívoca señal de la ignoración de su existencia transformábase en su cabeza en inequívoco signo de interés. Perseguía a su sombra y a su persona.
Recababa información, analizaba cada gesto. Todo para poder conformar la idea de esa persona desconocida.
Como un perro famélico estaba cada día en la puerta. Esperando una palabra de cariño, una sonrisa, cualquier cosa que pudiese nuevamente transformar en una llamada sus sueños.
Té caliente para calentar el alma fría.
Un té para dos, siempre con una silla vacía.
4 comentarios:
Por eso los gatos no son falderos
rrrronroneos
*Querido Gatopardo,
..Por eso los "pyrogatos" andan de frente y no se arrastran... por eso las "pyromareas" no vuelven a las playas de negras cenizas resultado de antiquísimos incendios... porque han visto clara la vergüenza del agua estancada. ;)
Oleadas de besos.
Os he dicho a los dos que...me encanta leeros en los comentarios?...jajaja, sois geniales.
Saludos.
*Querida Rani,
Es un placer que usted también disfrute con "nuestras charlas" en las que el gato maulla mientras el mar le canta.
Oleadas de besos.
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