sábado, junio 03, 2006

Los consumidos.

*El Grito, Eduard Munch, 1893*

Me consumo. Ah! pero no es que consuma mi paciencia, mi calma, mis amores o mis odios, sencillamente me consumo y desaparezco.

Tampoco es un tema excesivamente traumático, de hecho, a veces ni me percato. En mi insustancial vida, paseo con los problemas cotidianos, las amistades pasajeras y los amores livianos, sin enteder que la falta de profundidad de los mismos me estaba haciendo perder forma, literalmente.

El que me sobren poco a poco tallas del pantalón en un principio no me llamó especialmente la atención. Consideré que tal vez se debiese a la vida de contínuo ajetreo casa-trabajo-cañas-casa-trabajo.. rutinas para recordarnos que existimos, para convencernos que si no estamos en uno de estos procesos, el mundo parará para esperarnos o recogernos en la próxima parada. Pero esto no ocurre, si tenemos suerte tal vez pase otro autobús, otro tren, pero aunque huela igual, aunque mantenga la misma apariencia o el mismo número, ya nunca será el mismo, no estarán los mismos pasajeros con los que nos habíamos familiarizado y lo peor es que nunca nos dejarán conducirlo y no podremos alcanzar el anterior.

Así que he seguido con mis rutinas aún viendo que tenía que apretar mi ropa con cinturones. No he parado para seguir existiendo, de tal forma que he conseguido el efecto contrario y les escribo porque desaparezco.

Me he ido haciendo chiquita y ahora desparezco. Lo más grave es que ni quién yo estaba convencida de que vendría corriendo en mi auxilio, ni mis familiares, ni mis irreales amigos, ni mis enemigos, sabían que la última vez que esperaban, realmente yo estaba allí, chillándoles y haciendo gestos y señales para que me viesen, pero era tan chiquita, que no sabían que yo estaba. No presentían mi presencia. Mi desespero ha sido tal, que escribo estas líneas para que alguien sepa que existí, que estuve,que ví, escuché, compartí.

Es como padecer una enfermedad terminal, uno sabe que se está consumiendo y el resto parece no querer darse cuenta, siguen afanosamente con sus vidas, con su intención de continuidad. El observar que desaparezco es como aceptar que todo tiene un fin y verlo antes de tiempo. Nadie quiere que le recuerdes que existe un final. Pero yo no lo he estado planeando, sencillamente desparezco.

Si la gente te deja de ver, ¿dejas de exitir?. ¿Determinan "ellos" tú existencia, o tú mismo?. ¿Quién les otorgó la autoridad para decidir? ¿Qué clase de nueva hogera es ésta? Es una nueva versión de guillotina francesa en la que cada cual espera turno para el cadalso de la desaparición.

Y ahora con un último aliento, con mis últimas fuerzas, les indico que he existido, he amado, he reído.

Limitadas miras que ahora no me ven y ahora que yo veo, miro y estoy rodeada de ellos, somos muchos. Somos muchos que no estamos y ahora en su mundo no nos ven, pero les rodeamos. Somos los consumidos.
(Mareablanca)

5 comentarios:

Sergi Bellver dijo...

"Deshilacharse despacio... apagarse sin ira." Me lo has recordado poderosamente. Pero deseo llevarnos la contraria. No somos los consumidos, ni la amenaza a las puertas de los consumidores. Al menos no quiero serlo. Deseo contradecirnos. Y ser la llama que no se consume.

Alfredito dijo...

Espero no pertenecer a ese mundo de los "irreales". Porque nuestros encuentros son reles, ¿no? Nuestras palabras quedan ahí, plenas de significado, y ellas no tienen tallas que se miden por cinturones cada vez más prietos, sino que crecen en lo más hondo, en los pozos que las palabras excavan. Allí te busco. Y espero que estés: llenándolo todo.
Mil besos

Unknown dijo...

*Querido Sergi,

Me "obligó" a poner su referencia en cierto buscador... menos mal que apareció ;). Me gustó su escrito, como siempre...y creo que el desparecer, el mudar la piel, el evaporarse, tiene siempre un carácter regenerador latente. Siempre un ave Fénix resurgiendo de entre las cenizas.

La desaparición conlleva la percepción de otras realidades, un cambio en la visión del mundo, un descubrimiento de "otros consumidos", entre los que yo, a veces, me encuentro.

*Querido Alf,

No se trata de no haber existido, sino de hacerlo y dejar tu propia huella. De no dejar de existir. De que no te convezcan de que no estás. A veces las huellas, como las miguitas de pan en el bosque, nos llevan fuera del camino y coincidimos con seres tan reales como nosotros mismos... como nosotros mismos nos consideremos.

*Oleadas de catársicos besos a ambos.

José Ignacio Montoto dijo...

Consumidos de palabra y carne.
Felicidades por el blog!

Unknown dijo...

*Estimado Nacho, bienvenido y gracias por sus felicitaciones,que aprovecho para reenviarle desde esta su casa, esta vez por el suyo.

Nos leemos. ;)